Las recientes crisis económicas mundiales, principalmente la crisis inmobiliaria y financiera de EE.UU. en 2008-2009 y la crisis de endeudamiento en la Zona Euro iniciada en 2011, han puesto en la palestra de discusión la relación entre la estabilidad macroeconómica y el crecimiento económico. El consenso en las ciencias económicas estableció que la primera, la estabilidad, era condición necesaria para alcanzar el segundo, el crecimiento; pero que ambos eran independientes entre sí: las fluctuaciones económicas no influían en el comportamiento de largo plazo. Sin embargo, los eventos mencionados de los últimos años y otras crisis particulares en varios países del mundo muestran que la volatilidad económica tiene efectos permanentes en el dinamismo económico de los países y regiones.