A finales del siglo XIX el precio de la plata cayó a niveles en los que el mantener un patrón basado en este metal se hacía poco rentable para el país. Varios proyectos fueron elaborados para adoptar el patrón oro en la economía, basado fundamentalmente en el patrón oro inglés. La consecuencia que trajo esta medida, en lo que se refiere a las monedas, fue que se dejó de acuñarlas en plata y las que todavía quedaron en circulación fueron declaradas moneda de vellón o moneda corriente, en la cual no se basa el patrón monetario.